En el circo global de la política, donde las promesas se venden como mercancía barata y la verdad se negocia en los pasillos del poder, figuras como Donald Trump y Pedro Sánchez emergen como ejemplos paradigmáticos de cómo el poder corrompe y las palabras se prostituyen. Trump juró desclasificar los archivos de Jeffrey Epstein, ese depredador sexual cuya red de influencias salpica a elites mundiales, pero meses después de su regreso a la Casa Blanca, los documentos siguen bajo llave. Al otro lado del Atlántico, Sánchez, el líder socialista español, se envuelve en un manto de escándalos de corrupción que involucran a su familia y aliados, mientras acusa a los jueces de «hacer política» en su contra. ¿Casualidad o patrón? ¿son estos líderes víctimas de conspiraciones o arquitectos de un sistema podrido que prioriza la supervivencia sobre la transparencia?
Trump y los archivos Epstein: de la promesa electoral a la dilación estratégica
Durante su campaña de 2024, Trump no escatimó en declaraciones incendiarias. «Voy a sacar los archivos de Epstein», proclamó, alimentando la esperanza de millones que anhelan exponer las conexiones oscuras de pedófilos y poderosos. Sin embargo, en noviembre, con Trump de nuevo en el Despacho Oval, la desclasificación total brilla por su ausencia. ¿Por qué no los saca si dijo que lo haría? Fuentes revelan que, aunque el Departamento de Justicia inició una «primera fase» en febrero de 2025 bajo la fiscal general Pam Bondi, el proceso se ha estancado en revisiones interminables para «proteger a las víctimas». Pero, ¿es eso todo?
Recientes liberaciones parciales por el Comité de Supervisión de la Cámara, controlado por demócratas, han destapado correos electrónicos donde Epstein menciona a Trump. En uno, el depredador escribe que Trump «sabía sobre las chicas» pero «no participó» en abusos. La Casa Blanca lo descarta como «un intento de difamación» orquestado por los demócratas, insistiendo en que no hay evidencia de irregularidades por parte de Trump. No obstante, el Congreso avanza con un proyecto de ley para forzar la desclasificación completa, con un voto previsto para la próxima semana que anticipa hasta 100 deserciones republicanas. ¿está Trump protegiendo a aliados o simplemente evitando un escándalo que podría empañar su legado? la transparencia prometida se ha convertido en un juego de sombras, prostituyendo la confianza pública.
Pedro Sánchez: un Gobierno ahogado en corrupción familiar y partidaria
En España, el panorama es aún más turbio. Pedro Sánchez, el autoproclamado paladín de la izquierda progresista, navega un mar de escándalos y corrupción que ya ha llegado al bochorno absoluto. Su esposa, Begoña Gómez, su hermano David y aliados como José Luis Ábalos, Koldo García, Santos Cerdán…y una lista ya muy larga de «amigos» están envueltos en investigaciones por corrupción, tráfico de influencias y malversación. El «Caso Koldo», por ejemplo, implica contratos irregulares de mascarillas durante la pandemia, con el Supremo español investigando a altos cargos del PSOE. Pero el escándalo va más allá: audios y chats revelan cómo Ábalos y Koldo pactaban repartirse prostitutas durante actos de campaña del PSOE en 2019, con conversaciones que destilan un machismo repugnante pagado con fondos públicos. Koldo llevaba incluso un «cuarto sobre» específicamente para prostitutas en viajes oficiales con Ábalos. Estas «fiestas» con prostitutas, documentadas como «la puta del otro día», se financiaban con sobornos de la trama corrupta, según chats investigados por la Guardia Civil.
Y no acaba ahí: las saunas entran en escena a través del suegro de Sánchez, Sabiniano Gómez, propietario de establecimientos que funcionaban como burdeles disfrazados, donde se ofrecían servicios sexuales. Este vínculo familiar con el mundo de la prostitución y el de su propio partido hace que Sánchez defienda su inocencia alegando «persecución judicial», acusando a jueces de «hacer política».
En definitiva Trump y Sánchez encarnan cómo las promesas se evaporan en el altar del poder: archivos Epstein estancados pese a juramentos, y un PSOE hundido en corrupción familiar, con prostitutas y saunas que evocan las sombras de Epstein, sin dimisiones. Esta «prostitución política» ya ha erosionado toda la confianza pública.







