El exgerente Mariano Moreno fue duramente reprendido por el juez por un sistema de verificación que roza lo ridículo. Según las declaraciones en el Supremo, el magistrado Leopoldo Puente no dudó en cuestionar la laxitud del partido, afirmando que «mandar una nota con el ticket no es control». Esta afirmación no es solo una anécdota judicial; es la punta del iceberg de un patrón de negligencia que pone en entredicho la gestión financiera de un partido que se jacta de transparencia mientras predica austeridad al resto de España.
Recordemos el contexto: estamos hablando del Caso Koldo, esa trama de corrupción que salpica al entorno del exministro José Luis Ábalos y que involucra pagos en metálico durante la pandemia, un período en el que el uso de efectivo estaba «contraindicado» por razones sanitarias, como bien señaló el juez. Moreno, en su declaración, intentó justificar estos pagos como parte de una «cultura organizativa» arraigada en Ferraz, admitiendo que se liquidaban gastos de hasta 1.000 euros sin verificaciones rigurosas. Pero el magistrado no se dejó impresionar: «¿No me diga usted que eso es un sistema de control?», espetó Puente, poniendo en evidencia que el PSOE operaba con un descontrol que facilitaba posibles abusos.
Esta revelación invita a un debate urgente sobre la doble moral de la izquierda gobernante. Mientras el PSOE impone normativas estrictas a los ciudadanos y empresas para combatir el fraude fiscal, sus propias estructuras permiten que se reembolsen gastos con meros tickets sin identificar a las personas involucradas. «Si no tenemos identificadas a las personas, mal vamos», advirtió el juez a Moreno, en una reprimenda que resuena como un eco de las críticas que la oposición conservadora ha lanzado durante años contra el clientelismo socialista. El juez expresó «extrañeza» ante estos pagos, cuestionando por qué un partido con recursos millonarios seguía recurriendo a métodos arcaicos y poco trazables en plena era digital.
Moreno admitió: «Nunca pedimos 500 euros porque no es útil para la caja», revelando un sistema diseñado para manejar fondos opacos sin mayores escrutinios. El juez cuestionó el uso de efectivo en pandemia, un detalle que expone no solo negligencia financiera, sino también una indiferencia hacia las recomendaciones sanitarias que el propio Gobierno socialista imponía al país. Moreno «no fue capaz de explicar» por qué se persistía en estos métodos, calificando el episodio de «chusco» y descontrolado.
Este escándalo no es aislado; forma parte de una narrativa mayor donde el PSOE, bajo el liderazgo de Pedro Sánchez, ha sido acusado repetidamente de opacidad. Invito al debate: ¿por qué un partido que defiende la «justicia social» tolera prácticas que facilitan el derroche y la falta de rendición de cuentas? La derecha propone reformas para digitalizar y auditar todos los gastos públicos, pero la izquierda resiste, aferrada a sus viejos hábitos. Es hora de exigir responsabilidades y cuestionar si esta «cultura organizativa» no es, en realidad, un eufemismo para encubrir irregularidades.







